Desigualdad, ¿qué podemos hacer?

El principal tema de este libro de Anthony Barnes Atkinson, “Desigualdad, ¿qué podemos hacer?”, como bien indica su título, es la desigualdad. Dicho tema es una cuestión compleja, un fenómeno social que ha existido a lo largo de la historia de la humanidad, manifestándose en diversas formas y contextos.


La desigualdad plantea interrogantes fundamentales sobre la justicia y la equidad en la sociedad, desde disparidades económicas hasta iniquidades en el acceso a la educación y la salud.


En esta obra, el autor trata el tema de la desigualdad económica a través de un análisis detallado y exhaustivo con una profunda reflexión, proponiendo soluciones para afrontarla mediante el estudio de lecciones de historia y la adopción de una perspectiva renovada. Atkinson divide el libro en tres partes: diagnóstico, propuestas para la acción y cuestión ¿es posible? 


La primera parte se trata de un diagnóstico de la desigualdad con el que busca generar conciencia sobre la brecha económica que existe en la actualidad.

El autor aborda el tema de la desigualdad económica con el objetivo de reducirla, comenzando con un diagnóstico que resalta la distribución desigual de recursos y oportunidades en la sociedad. Utiliza una metáfora de una carrera atlética para ilustrar la igualdad de oportunidades, enfatizando que, aunque todos tienen la posibilidad de participar, los premios pueden ser diferentes. 

El autor analiza las razones detrás de la desigualdad, su gravedad y las implicaciones económicas, basándose en la prioridad de su reducción y buscando sensibilizar a los lectores al respecto.


En la segunda parte del texto, el economista presenta quince propuestas divididas en cinco grupos para lograr una reducción significativa de la desigualdad económica. 

Las primeras propuestas abordan el cambio tecnológico y el poder compensatorio, instando a que la dirección del cambio tecnológico sea una preocupación explícita de los responsables políticos, alentando la innovación para mejorar las cualidades laborales y equilibrar el poder entre las partes interesadas. Otras propuestas se centran en el empleo y el salario futuro, proponiendo objetivos explícitos del gobierno para prevenir y reducir el desempleo, ofreciendo empleo público garantizado al salario mínimo y estableciendo políticas nacionales de remuneraciones. También tratan el capital compartido, sugiriendo que el gobierno ofrezca tasas de interés reales positivas garantizadas mediante bonos de ahorro nacional, una dotación de capital mínima pagada a todos en la edad adulta y la creación de una autoridad de Inversión Pública para aumentar el valor neto del Estado mediante inversiones. Por otro lado se enfocan en impuestos progresivos, abogando por una estructura más progresiva en el impuesto al ingreso personal, con tasas marginales que aumentan en rangos de ingreso y la incorporación de descuentos y gravámenes en herencias y regalos. Y además, otras están relacionadas con la seguridad social, proponiendo un subsidio infantil, un ingreso de participación a nivel nacional, una renovación de la seguridad social para elevar los subsidios y aumentar la cobertura, junto con un aumento en la Asistencia del Desarrollo Oficial de los países ricos al 1% del ingreso nacional bruto.


En la última parte de su obra, Atkinson plantea interrogantes sobre la viabilidad y factibilidad de implementar las propuestas y medidas propuestas. Utiliza una metáfora del pastel para expresar la idea de que es preferible tener una distribución justa de la riqueza, incluso si el pastel es más pequeño, que enfrentar desigualdades significativas en un pastel más grande. Reconoce que algunas propuestas podrían reducir la porción del pastel de algunos mientras aumentan la eficiencia general, destacando la importancia de la eficiencia y equidad en la misma dirección.

Atkinson señala la influencia de la globalización en la implementación de medidas equitativas, argumentando que vivimos en un mundo globalizado que dificulta costear una distribución justa de ingresos, ya que seguir ciertas políticas puede hacer que un país pierda competitividad en los mercados mundiales. Aunque reconoce los desafíos, sugiere que no es imposible llevar a cabo estas propuestas, pero plantea la pregunta crucial de si son económicamente factibles. Realiza cálculos específicos para el Reino Unido y su moneda, la libra esterlina, concluyendo que, logrando los objetivos propuestos, se podría reducir la diferencia de riqueza hasta un 12.1% del 16%.


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